12.12.2006

ANGEL NEGRO

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El ángel vestido todo de negro llega en busca de no se sabe qué. Aventura. Qué otra cosa. Anushka afirma que ella conoce a este tipo de pajarracos y hay que bajarlo a patadas.
Veremos, escribe la vieja Ané.

Raquel y Jesús de la Montaña lo saludan. Chile por respeto a California, cambia el idioma y sigue en inglés. Cuando California le dice, al cabo de unos minutos que hace 19 años que vive en El Bolsón, Chile se sorprende y exclama: ¿19 años en El Bolsón?... rebaja y mete otra vez el español. Sin dejar de sonar maravilloso.

Adviértase en el modo de expresión, la influencia de la trayectoria de Annette por las distintas rutas, descarbonizando ganas.

Nos dirigimos al Refugio. A encender la cocina, a convocar la magia, a intentar abordarnos para luego dividir entre todos el botín de sueños que destella sobre una mesa.
Raquel vigila el borboteo del arroz sobre la cocina a leña. Nacho y su amigo fueron por leña. Chile, no sé.
La noche es fantástica por las estrellas, por la aureola blanca que como un enorme hula hula rodea la luna, por la temperatura, por el aire que se respira en el lugar.
Me siento sobre un tronco a mirar el manto de luces que cubre a El Bolsón y las diminutas lucecitas de algunos refugios en las montañas de enfrente. En estos lejanos puntos mi visión sorprende. No en otros.

–Tú sabes tan bien como yo que es una cuestión de piel –dice el aparecido de repente luego de reaparecer de repente. Se sienta muy cerca de mío y enciende un cigarrillo.

Guía de las Torres..., acabás de retroceder 15 casilleros en el tablero que te lleva a mi guarida. No me gusta la saliva que sabe a tabaco. Tendrás que... cómo explicarte...

–Cómo explicarte... esta diciendo él. Hay una conexión entre los dos y tu no la puedes negar.

Juro que no negaré nada. Pero de ninguna manera voy a permitir que, sea lo que sea que él tenga en su cabeza, me condicione. No me voy a enganchar con el sudor de su trepada. Nada estropeará mis ganas de una fantástica noche en el Piltri.
Annette debe haber ido a retocar el brillo de sus labios. Ella no jura. Siempre deja las puertas abiertas para que, lo que tenga que ser, sea; entre y salga sin absurdos compromisos.

–Tú no entiendes. Insiste. Estamos conectados. ¿Acaso no lo sientes?

Lo único que sentía yo era que tenía que cerrar la boca que se me había abierto de pura sorpresa al escuchar hablar así a este pimpollo.

A ver... cómo demostrártelo.
Ni idea, escribo.

Probemos. Dime el mes en que nací.
–Hummm... Abril.
–Perfecto. Ahora dime el día.

Me está haciendo la gran Tony Camo. Seguro.
¡Annette! ¿Dónde cuernos estás?

–Déjame ver, Chilenito. Una profunda mirada a los ojos. Hummm... ¿21?
La turrita le regala, ahora, estrellitas luminosas que salen de sus labios pegaditas al 21.

–Tan cerca como tu y yo en este momento.
–Sin dudas, entonces 23, Tesoro.
–Exacto. 23 de abril.
Todo tan perfecto, tan exacto que da para tomar algún atajo a alguna parte y dejarnos de rodeos, a fin de sumarle horas a ese exacto, perfecto tiempo de sentirnos aún más juntos.

Anushka no puede soportarlo. Es demasiado. Se va maldiciendo rumbo al mirador, no sin antes murmurar furiosa: ¿Acaso te volviste loca?
Loca como una mujer grande e inmadura como yo, completa la vieja Ané entre risas.
Alabado sea porque sospecho, es justito lo que este ángel negro está buscando, suspira Annette.

Chico, que si crees que me voy a tragar eso de la fecha, pues te equivocas. Un burdo intento de aproximación. Ba. Me aburres. A ver con qué la sigues.
Entro al Refugio y en una de las mesas se comparte la comida de una ollita. En verdad no tengo ganas de comer, pero sí acepto un vino de la ronda. Un diminuto foco alumbra lo necesario. Refiere algunos contornos del lugar.

De aquí en adelante Chile copa la charla. Y encopa la noche. Es su oficio, Está entrenado para entretener a la gente. Y lo hace bien. Cuenta anécdotas de viajes, despliega su conocimiento, sobre la Patagonia Argentina en su perfil izquierdo, del extremo norte del Norte al extremo sur del Sur. Del Pacífico hasta la línea imaginaria, exacta, en donde estamos esta noche.
Sé que me dedicas tu geografía con todo tu amor porque sabes que me dan vuelta los hombres que saben TODO sobre la Patagonia y disfrutan lo que la Patagonia les ofrece, a lo largo en las distancias. Gracias, Tesoro.

Nos enseñó como prepara los ostiones, cangrejos, langostas, locos, centellas, congrios. Nos llevó un año a China. Entre tanto más, anduvimos por los fabulosos muelles de HongKong, aprendimos a hacer los verdaderos chapatis en la India, anduvimos por las Nepal, las montañas del Himalaya, Australia, España. Budapest. En fin... Qué placer.
Descontado lo que hay que descontar cuando un chileno se luce, me tiene a sus pies. Por ahora una pierna suya, está casi toda sobre una mía. Creo que fue entre la India y Nepal que la dejó ahí. La rescato y me niego a su vino caliente para dormir elefantes.

A veces necesita que los gringos dejen de tomar whisky y se entreguen, porque a la mañana siguiente los tiene que sacar temprano, nos ilustra. Pues entonces pone a calentar una botella de vino, chileno por supuesto, sobre la cocina a leña, agrega jugo de naranja, un poco de azúcar y en típico y folklórico trago se los da a beber. Al tiro po’ los tiene durmiendo como bebés. Pero que bien...

Si algo tiene en mente este ángel negro del sur del Sur, y ese algo tiene que ver conmigo... pues, cómo decirlo, no quiero perderme nada. Quiero registrar absolutamente todo.
Me parece más honesto que lidiar contra las telarañas de la inconsciencia el resto de mi vida para tratar de recordar qué fue lo que hice. O con la estúpida duda si lo hice.

–No gracias.
–¿No quieres un trago?
No, niego con la cabeza porque tengo la boca llena de chocolate. Ni en pedo.

California nos hace reír, porque en verdad es muy gracioso. Su risa nos tienta, sus historias nos divierten porque a él le divierten más que a nadie.

Llega el momento de ir a dormir y Chile revolea una pierna por sobre el banco para quedar a horcajadas, frente a mí. Pues, sólo para no ser menos, realizo idéntico movimiento y quedamos tan cerca que da cosa. A esta altura, (nunca mejor empleado) para qué vamos a andar con histeriqueos. Apoya cada una de sus manos en cada una de mis piernas y me dice: ¿Cómo sigue esto?
Pues, que yo no digo nada. Porque, cómo puedo saber cómo sigue esto si Anushka se quedó bebiendo con el chileno en el Himalaya, la vieja Ané, no se repone de las emociones de España. Y yo me encuentro a solas con la turra de Annette que no da garantías de nada que esto realmente este sucediendo.

Lo miro en silencio. Hombre, convengamos que tu experiencia con alemanas, inglesas, chilenas, suecas, mejicanas, argentinas, holandesas, niponas, sudraficanas, francesas y tahitianas, por nombrar sólo algunas, debe haberte aportado alguna pista, una vaga idea. No jodas.

–Lo que a ti te pasa es que tú tienes miedo.

¡¡¡Annette!!! Deja de chequear que estás sudada, cansada, que te sientes sucia (darías el Oro y gustosa el Moro por tu baño de espumas), que no trajiste tu perfume, tus cremas, tus velas, tu música. Tu dorada protección. Que a este chileno que te le fijaste vaya uno a saber en qué retorcida cuestión (seguro tiene que ver con su vieja) sólo puedes ofrecerle tu piel sudada, tu sangre y tu saliva con sabor a chocolate.

–Tienes miedo. Tú estás llena de miedo. Mira... tengo algo para ti. Y sonríe.

Cuando dice Ti, me vienen las ganas de aullarle a la luna y a todo el valle de El Bolsón anque la Comarca Andina del Paralelo 42.
Supongo que tienes mucho para mí, Lindo, pero arranquemos con algo. Veamos.

–Qué tienes para mí.

Esto, me dice y saca de un bolsillo un pasaporte y lo deja entre mis manos.
Wuaw, parece el álbum de mis figuritas de hace 400 años. Re llenito. Bien gordito. Bonito.

–Fíjate que hay para ti.

Como sigas con los tú y los ti me pondré a gemir sin disimulos.
Busco los anteojos, me los pongo y, ya tienes un anticipo de mi estilo, una franca manera de desnudarme ante un tipo bastante más joven, con vista de lince.
A ver, qué hay aquí para mí. Descarto la grosería de encontrar un billete de 100 dólares doblado entre dos páginas. Porque los chilenos, hartos tacaños, siempre regatean un precio.
De entradita nomás, cerquita de la foto encuentro un preciso 23 de abril de un año que no registro para no echar a perder la noche.
23 de abril. El poema que derriba todas mis barreras.
No creo que sea un estúpido recurso para atrapar mujeres.

Cada uno, en el dormitorio, se acomoda como quiere, había dicho Nacho. ¿No dijo con quien quiere? ¿No?
No, Annette.

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Imagen sobre diseño original de Lorena Bustos

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