12.11.2006

EXTRAÑA NOCHE

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Como es de madrugada y las copas vuelven a llenarse con vino tibio subo al piso superior a armar mi nido. Me gustaría llegar mañana a la cumbre del Piltri y quiero descansar.

El dormitorio en el piso superior, ocupa toda la superficie del Refugio y está desprovisto de mobiliario. Sólo un despejado piso de madera. Una de las pequeñas ventanitas está cubierta de estrellas, otra, la del frente, deja entrar la luz de la luna toda.

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Foto Johannes F. Reichert



Fantástica noche.

En las paredes, sobre un desnivel están apoyados los colchones y las mantas dobladas.
En un sector del ambiente pasa el caño de la salamandra que viene del piso de abajo y sale por el techo. Pues en ese sector, entre la pared y el caño ubico un colchón, extiendo una manta y sobre la manta coloco mi saco de dormir. O sea, libero todo el resto del espacio para los demás.

Acomodo mi mochila, me desvisto y me duermo plena y agotada por el esfuerzo del ascenso. Y las emociones de estar en el increíble Refugio, aquí en el cielo, que soñaba desde una cama en el Hostel, allá en la tierra.

Alucinante.

Me despierta el ruido de alguien que enciende la cocina a leña. Escucho un despertador. Jesús y su amiga tenían previsto levantarse a las 9 horas para salir hacia la cumbre.
La hinchazón y una puntada en mi tobillo me advierten que no podré acompañarlos. Bajo, aún adormecida y encuentro saliendo de sus sacos a California y Raquel. Nacho sentado junto a la cocina prepara el mate.

O sea, veamos...

Nacho ha dormido en la cabaña de al lado, se sabía. Raquel y California aquí abajo. ¿Por qué? ¿Y el chileno? ¿¡Dónde está el chileno!?

Ahijuna.

Trepo rápido por la escalera de palos y asomo la cabeza en el piso superior. Ahí está, pegado a MI colchón. Tan pegado a mi colchón, tan dormido y desparramado bajo su oscura, alucinante bolsa de dormir de media montaña que no lo vi al bajar. Oh no...

¿Por qué me viene la estúpida duda si no tomé ni una gota del vino caliente? ¿Eh?
Ané, vieja amiga, tiráme una punta. ¿Qué tenés para contar?
Lo siento, pero en esta especial ocasión, debo excusarme. Soy parte. Tendrás que arreglártela sin mí.

Oh no... Vieja ladina.




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