CHOLILA
.
.
Cho – li – la. Palabra con sudor de caballo, aroma a gringo y escandalosa fama.
Recojo mi bolsa de dormir, aviso: me voy a Cholila, me despido y salgo del Hostel. En mi mochila, llevo todo lo que necesito. No más de lo que mi espalda puede soportar sin dolor (darse cuenta lleva la mayor parte la vida) Voy hacia El Hoyo, Puerto Patriada, Epuyén, El Maitén, Cho – li – la. Desde El Bolsón a Cholila nomás hay 75 Km. Nada para algunos. Un libro para otros. Cada lugar tiene historias para contarme.
Lo único que me inquieta es el tiempo. Dicen que en dos días llegan las interminables lluvias. Por el momento todo bien aunque tengo que apurarme. Me urge encontrar un empresario patagónico ávido de fortuna, una multinacional inteligente, un legítimo heredero de la Patagonia entera. O, un poderoso traficante de sueños con urgencias para blanquear. Cómo para qué. Qué pregunta. Para el arroz Yamaní. No será tarea fácil. Si ni siquiera saben que significa Yamaní. Y los que saben, saben más de quedarse quietos por horas que de andar de aquí a más allá. Como yo.
De todos modos hay que pedir.
(estoy pidiendo)
Ya está. Ya lo pedí. Lo demás es simple. Le dejo este libro fresquito sobre su escritorio como muestra gratis. Le pido financiamiento para el arroz yamaní, alimento base de mi viaje y un inflador para XR. (Del resto me ocupo yo, me llevo de maravillas con los perros de las tranqueras) Y una tiradita de 30.000 ejemplares, para comenzar. Por qué mucho. No ves el negocio. ¿Quién se resistirá a un libro que, de arranque nomás, cuenta con 30.000 lectores a su favor? Nadie.
Llegaré a Cholila. Butch Cassidy, me espera en su legendaria casa con el fuego encendido y un trago de aguardiente. Lo sé. Anushka muere por él y Annette ya aprendió a decir I love you, darling. I need you. ..
(Ojalá no huyas sin mí)
Si una noche con un chileno del sur del Sur en un Refugio de montaña dio para 7 capítulos... con este famoso legendario... cerremos en 75.000 en dos ediciones y no se habla más.
La vida se siente cuando se la enfrenta al absurdo,
Rodolfo Kush
Me siento a la orilla de un camino de montaña a descansar, junto a XR y mi mochila. Llegaré a Cholila. Lo sé. Solo me detengo para darle a un instante la forma pretenciosa de un libro.
Pues, que este hombre me enseñó a armar ese primer libro y soportó cada una de mis delirios de turno.
Las Grutas
Octubre 2006/Enero 2007