12.19.2006

ESPEJOS

.

.

Espejo roto - Sandra Pérez
Cultura Cubana

.

Cremas Naturales. Invita un cartel de un puesto en la Feria.


Veamos: Rosa Mosqueta, Caléndula, Romero. Lavanda. Aceites esenciales. Delicadas etiquetas identifican los frasquitos petisos, hexagonales que una mujer saca de una caja y acomoda en su puesto, sobre una tabla-mostrador.
Me sonríe. Tiene ojos tristes. Y arruguitas tristes. Me pasaría la mañana intentando develar su historia.

Las mías todavía duelen –me escucho decirle.

¿Cómo decís? Que me duelen las arrugas. ¿Qué tenés para el dolor de cara? Y ahí nomás no sé de dónde ni porqué me viene una risa que degenera en sucesivas carcajadas y la certeza de no poder parar jamás, si la mujer no se decide a rescatarme y deja de mirarme como lo hace.

Ni sé si me escuchó. Las lágrimas se me hacen cristales por el frío.Ya no sé si río o lloro, porque el acto de hacerlo, el espasmo físico mismo, me es parecido. Me pasa, en determinadas ocasiones que no viene al caso analizar, empiezo de una manera y acabo en la otra. Sin recordar si las humedades en los ojos me vienen por alguna risa o devienen por un llanto. Qué más da.

Finalmente, sofoco mi brote histriónico bajo en cuello de paño polar que llevo como abrigo. Ay, qué risa. Cómo duelen los espejos –le digo a modo de excusa. No aclares que oscurece, me sugiere alguna de mis Anas. Son con base de cera de abejas –explica cuando me supone nivelada. Y me da un frasquito destapado. Podés probarla, si querés, agrega.

Claro que quiero.

La textura y el color me remiten a unas abejas y a mi amigo Alberto, único habitante de la playa de Piedras Coloradas, quien me saca divinas ventajas en esto de estar locos.

.

Con mi amigo Alberto

Amante del nudismo, se desnudó delante de una colmena y sacó la tapa superior de la misma, para demostrarse a si mismo que si estaba en cueros no lo picarían las abejas. Bruce, un yankee avenido a patagónico, sorprendido, Ou, Ou, Ou, afortunadamente registró el momento con su cámara. Si no muestra la foto, ¿quién se lo cree? Pues, hay que decir que mi amigo estaba en lo cierto. Y también, que aquella imagen con las abejas revoloteándole encima, es por demás interesante.

.


Daniel. Apicultor, poeta, soñador.

Colmenas en Piedras Coloradas - Las Grutas - Patagonia


Alberto, un hombre especial



Del mismo modo, el aroma de la crema me trae una larga noche en un refugio sobre una duna del mismo lugar, junto a una cocina atiborrada de leña. Necesitábamos calor para facilitar la extracción de la miel de los panales. Esa noche fui parte del sueño de dos amigos que apostaron a colmenas entre hermosos chañares frente al mar y a la variedad de flores del monte patagónico. Éramos tres extraños felices alquimistas develando, esa noche, los secretos de la miel. Sabrosa miel.

.

.




Le devuelvo el frasquito a la mujer.
Lo llevo. –le digo. Unas finitas canas se mezclan entre el pelo oscuro que le llega a los hombros.
¿Cómo decís? Y yo no sé qué dije. Pero me quedé colgada de sus canas.
Que somos espejos le digo a una turista que llegó al puesto.
¿Sabés? Hace poco decidí no teñirme más el pelo. Harta de estar harta de hacer con mi pelo cosas que me hartan. Se entiende ¿no? Decíme que sí así sigo, total tu amiga está entretenida con la dueña del puesto.
En verdad, entre nosotras tengo el pelo blanco como mi vieja, le digo bajando la vos. Reímos las dos.
Bien, decido no mirarme en los espejos para poder soportar el período de transición desde un color a otro. Perfecto, me dije, una idea genial. La aprendí de un amigo, otro amigo, que no los pone en su casa porque, afirma, a esta altura de su vida, con más años y menos pelo, se resiste a darles la razón.


Me escucha con interés. Sonríe.
Arranqué de maravillas con este honesto proyecto para conmigo misma, continúo. Frente a un espejo no te ves, porque decidiste no verte.
Asiente.
Todo bien. Hasta que los demás, esos otros espejos que uno tiene enfrente, comienzan a no bancarse el verme con 4 dedeos de raíces blancas. Vaya uno a saber que ven cuando me ven. Y viene: -de onda ¿no?- ¿Estás loca? ¡Parecés una vieja! Dejáte de joder... Veníte esta tarde y yo te tiño. En verdad te avejenta. Bla, bla. Bla.
Bien, entonces recurro al plan B: me pongo un gorrito o me enrosco pañuelos en la cabeza. Pero, indudablemente, los gorros en mi cabeza encuban años.
En definitiva, termino cansada, agotada, sintiéndome fea y vieja. Me trizo cada vez que me miro en los demás.
¿Cómo descomprimo el asunto? Compro una cajita de tintura y listo.
Qué pena, murmura la mujer. Sí, una pena. ¿Querés saber qué decía mi madre cada vez que salía el tema de las canas? Decíme que sí otra vez. O no me digas nada. Es lo mismo.


“Cada cana es una flor que nace sobre la tumba de una ilusión”


Oh, no! La escuchábamos y con mi hermana poníamos los ojos en blanco. Un verso demasiado trágico para nuestros proyectos de vida. Y encima no lo decía. No, no. Lo de-cla-ma-ba con voz quebrada y ademanes y todo. Divina.
Ahora la mujer ríe. Nos reímos juntas, como nos reímos con mi hermana cuando recordamos el verso.

Como verás, le digo mostrándole mis pelitos cortos llenos de canas subversivas, o le pego una trompada a algún espejo, que sería muy triste porque no haría sino lastimarme, o... definitivamente tendré que aceptar lo que veo y, luego de muchas afirmaciones, litros de agua y un par de buenas cirugías, llenarlo de besos al mejor estilo Nacha Guevara. Más risas.

Me alejo del puesto con la cara brillante, iluminada por la Crema Natural Rosa Mosqueta y con mi fe renovada en la terapia callejera. Después de todo el milagro de estar vivo es sentirse vivo. De la manera que uno elija, qué joder...

.


Próximo: PANES Y VERSOS